Los residuos que generamos en nuestra actividad diaria son una fuente potencial de energía que podemos aprovechar para reducir el consumo de combustibles fósiles y las emisiones de gases contaminantes.
La recuperación de materiales como fuente de energía consiste en utilizar los residuos como combustible para generar electricidad, calor o biogás, mediante procesos térmicos o biológicos.
Los procesos térmicos para la recuperación de materiales, implican la combustión de los residuos a altas temperaturas, en plantas de valorización energética, donde se produce vapor que mueve una turbina y genera electricidad.
Estas plantas cuentan con sistemas de control y filtrado de los gases para cumplir con las normas ambientales de emisiones. Algunos ejemplos de residuos que se pueden valorizar térmicamente son los plásticos, la madera, el papel o el cartón.
La recuperación de materiales reduce la cantidad de residuos que se envían a los vertederos, lo que disminuye el riesgo de contaminación del suelo, el agua y el aire, y evita la emisión de metano, un potente gas de efecto invernadero.
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